Una vez, un padre de una familia acaudalada llevo a
su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que viera cuán pobres
eran las gentes del campo.
Estuvieron por espacio de un día y una noche
completa en una granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre
le pregunta a su hijo:
“¿Que te pareció el viaje?” – preguntó el padre.
Fue fantástico Papá! – dijo el hijo
¿Viste que tan pobre puede ser la gente? – preguntó
el padre
¡Oh, sí!– dijo el hijo
Y, ¿que aprendiste? – preguntó el padre
El hijo contestó:
Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos
tienen cuatro.
Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que
llega a la mitad del jardín y ellos tienen un río sin fin, de agua
cristalina, donde hay pececitos y otras bellezas.
Que nosotros importamos lámparas del Oriente para
alumbrar nuestro jardín, mientras que ellos se alumbran con la luna y las
estrellas.
Que nuestro patio llega hasta la pared de la casa
del vecino, ellos tienen todo el horizonte de patio.
Tenemos un pequeño pedazo de tierra para vivir y
ellos tienen campos que van más allá de nuestra vista.
Que nosotros compramos nuestra comida. Ellos, siembran
y cosechan la de ellos.
Nosotros cocinamos en estufa eléctrica. Ellos, todo
lo que comen tienen ese glorioso sabor del fogón de leña.
Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un
muro, con alarmas. Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la
amistad de sus vecinos.
Nosotros vivimos conectados al celular, a la
computadora, al televisor.
Ellos, en cambio, están “conectados” a la vida, al
cielo, al sol, al agua, al verde del valle, a los animales, a sus siembras, a
su familia.
Especialmente papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia.
Especialmente papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia.
Tú y mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi
nunca los veo y rara es la vez que conversan conmigo.
El padre se quedó mudo y su hijo agregó:
¡Gracias Papá por enseñarme lo pobres que
somos!
REFLEXION:
En este mundo tan materialista en el que vivimos a veces olvidamos lo que es verdaderamente esencial
Nos olvidamos de
apreciar la naturaleza y en cambio nos preocupamos
por obtener cosas materiales y competir en
vez de preocuparnos por ser, y no ver en las pequeñas cosas de la vida.
Este maravilloso cuento de Paulo
Coelho nos ayuda a reflexionar sobre ello.
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