En esos momentos (que todos tenemos),
recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que -en tanto no
bajemos los brazos - ni abandonemos por no "ver" el resultado que
esperamos, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo,
madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van
gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá
sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes...
quizá sólo estés echando raíces....
Trabajemos todos, por metas concretas y
también espirituales: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos y niños.
Privilegia
tu responsabilidad en aquellos objetivos que aunque parezcan pequeños, son
indispensables en el crecimiento de las raíces de la congregación, el club, el
equipo o la familia.
Tal vez al principio, no percibas tus
logros no te desanimes!!.
Persevera en ellos.
Permite que tus raíces crezcan en tu
interior, un buen abono con tu estudio personal y, pronto te sentirás fuerte y
preparado para lograr cumplir tus metas.
Echa raíces firmes, es tas que te sostendrán, y te ayudaran a pensar claramente y a sobreponerte a los problemas.
Así serás como el bambú, estarás listo,
para esperar alcanzar el premio de los que alcanzan su meta gracias a su
esfuerzo.
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