Marchamos por la vida con la vista dirigida a nuestro camino. Y sólo podemos apreciar las bellezas y los escollos que en él se encuentran. Y devoramos el sendero abstraídos en él, y haciendo de él nuestra única realidad.
Ese es nuestro camino, es esa nuestra verdad. Y así, nuestro mundo queda limitado a ese tiempo y espacio con toda su circunstancia, y si bien puede ser positivo y beneficioso, nos quita una inmensa posibilidad: La de ampliar nuestro horizonte y conocer otras realidades.
Sería bueno levantar la vista y dirigir la mirada a nuestro alrededor: Quizás descubramos otros caminos más bellos que el nuestro, otros paisajes, otros horizontes, y podremos deleitarnos en contemplar y comparar.
Y lo que es más importante: se desplegará ante nosotros un abanico de opciones; podemos elegir.
Podremos, si queremos, modificar nuestro rumbo, poniendo proa hacia un
futuro mejor.
¡Démosle a nuestra propia vida una oportunidad!
¡Elevemos la mirada!
Autor: Graciela De Filippis